Ya en el embarque al avión eran todos españoles. Hacía mucho tiempo que no me veía rodeado de gente que entendía lo que podía decir... esa idea me deprimió un poquito. En Madrid me encontré con el Ricar que se vino a vivir acá hace un par de años, el único motivo por el cual pasé por esta ciudad (y porque es el hub de Iberia). Ya era la segunda vez que lo visitaba.
Cambié mi pasaje y me quedé 10 días (en vez de los 7 planeados) quizás con la idea de viajar a algún lugar cercano de Madrid, pero el cansancio y la rodilla hinchada me vencieron y preferí quedarme los 10 días en Madrid haciendo vida de madrileño. La primer noche nos quedamos charlando hasta las 6am, como suele pasar cuando uno se encuentra con alguien que no ve hace mucho.
Al otro día fuimos de tapas y más tarde a bolichear. Los días siguientes en Madrid existí solamente de noche. Uno que otro desayuno (a las 3pm) o caminata por el barrio por la tarde, pero principalmente, bares y boliches. Principalmente porque mi amigo trabaja hasta la 1am, y porque la oferta de bares y boliches de Madrid es casi infinita. Mucho fernet, guiso de lentejas, argentinos, chilenos y paraguayos. Cada vez más cerca de Argentina. Hasta me resultó raros ver los carteles escritos en español.
Paseos por la Latina, Chueca, Malasaña, hablando en chino con los chinitos que venden cerveza por Gran Vía, comprando víveres en el corte inglés para cocinarle a los chicos. Madrid es familiar, una Buenos Aires del tamaño de Córdoba pero primermundista. Entender el español de los españoles a veces me resulta más difícil que entenderle a los chinos, los malentendidos son comunes.
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